Intervención de la señora Michelle Bachelet, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres y Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas, en el marco de la Reunión Extraordinaria del Consejo de Ministras de la Mujer de Centroamérica y República Dominicana
28 de marzo del 2011, San Salvador, El Salvador
Como Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, es un verdadero privilegio poder participar en esta reunión extraordinaria del Consejo de las Ministras de la Mujer de Centroamérica y República Dominicana por segunda vez; antes estuvimos en República Dominicana en el aniversario de las Mariposas, y les agradezco la posibilidad de tener este espacio para compartir ideas, reflexiones y acciones concretas.
No quiero dejar pasar esta oportunidad para decirles a ustedes, Ministras, mujeres que son un referente en sus países, la enorme alegría que siento de ver cada vez más a las mujeres en política, trabajando por los desafíos que tienen nuestras democracias, construyendo consensos, perseverando en visibilizar temas fundamentales para el respeto de los derechos y la dignidad de las personas, y especialmente de las mujeres y las niñas.
ONU Mujeres valora la enorme importancia que ha tenido y tiene el Consejo de Ministras de la Mujer de Centroamérica (COMMCA). Ustedes ayudan a construir el primer mecanismo de integración de las Oficinas Nacionales de Promoción de la Mujer en esta región, que además funciona integrado al Sistema de Integración Centroamericana (SICA).
Hace ya casi una década, cuando establecieron este mecanismo, se propusieron llevar los temas de los derechos de las mujeres a la esfera política regional, permitiendo que estas temáticas formaran parte de un debate más amplio de políticas públicas, con una mirada regional, intercambiando experiencias y valorando la cooperación entre los países.
Un excelente ejemplo es la firma en el día de hoy de la Carta De Entendimiento de Mutua Colaboración y Asistencia en Materia de Interés Común suscrito entre el COMMCA y el Banco Centroamericano de Integración Económica, para impulsar la política de género del BCIE.
Nosotras sabemos que la forma de consolidar la democracia, la paz y el bienestar para nuestros pueblos, es a través de un desarrollo sostenible, promoviendo el crecimiento económico de la mano de la inclusión social y participación de los más amplios sectores de la población.
A mí me parece que Centroamérica puede constituirse en una región donde la democracia, el desarrollo y la paz se sustenten en la igualdad tanto entre hombres y mujeres, como entre todos los ciudadanos y ciudadanas de esta región.
Uno de los mayores desafíos que enfrenta hoy el mundo entero pero en particular América Latina y El Caribe es erradicar la violencia. Los países centroamericanos comparten la necesidad urgente de enfrentar la inseguridad. Sin embargo, la inseguridad ciudadana no se da de igual para ambos sexos.
El homicidio y la violencia callejera afectan más a los hombres de la región, mientras que la violencia familiar o doméstica, la trata y la violencia sexual afecta más a las mujeres. Por eso la Ministra Escobedo señalaba los elementos que le parecían esenciales a la hora de mirar los temas de seguridad, y entiendo que el llamado que hacía era en el sentido de que esto no sólo sea una parte importante de la Agenda de los Presidentes, sino que esté en la mirada de cómo se enfrenta este tipo de delitos, y que se pueda mirar de la mano de las estructuras que cada de uno de los países trabaja en los temas de inseguridad con las estructuras que trabajan los temas de violencia.
Según las cifras del PNUD del año 2010, la probabilidad de que una persona joven de América Latina muera siendo víctima de un homicidio es 30 veces mayor que la de una persona joven de Europa, y 70 veces superior a la de los jóvenes de países como Grecia, Hungría, Inglaterra, Austria, o Irlanda.
La violencia contra la mujer es la principal cara escondida de la inseguridad ciudadana en Centroamérica, y siendo así no podría ser entendible que no pudiera ser parte de la reunión que se va a tener en la próxima conferencia. La mitad de las mujeres centroamericanas han sido objeto de violencia durante su vida adulta y la violencia contra las mujeres ha aumentado en forma alarmante justamente debido al incremento de los feminicidios.
Por su magnitud, impacto y altos niveles de impunidad, la violencia contra las mujeres es la vulneración más extendida de los derechos humanos en el mundo.
Aquí hay una sola forma de enfrentarla –así como fue el espíritu del COMMCA– que es mirar fenómenos que no son aislados, que no son individuales, hay que mirarlos de forma junta y concertada, compartir experiencias, aumentar la voluntad política y los recursos para prevenir y erradicar las formas de violencia contra las mujeres y las niñas.
Nuestra región ha sido pionera al adoptar la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, mejor conocida como Convención Belén do Para, único instrumento jurídico internacional vinculante específico que reconoce el derecho humano de las mujeres a una vida libre de violencia.
La Convención de Belén do Pará se ha constituido en un importante impulsor de políticas, leyes, programas de acción nacionales y regionales orientados a la erradicación de la violencia contra las mujeres y es clave, por tanto, su consideración en las estrategias de seguridad en la región.
Nuestro mensaje es concreto: estamos dispuestas a ayudar en la medida de nuestras capacidades, y el problema de la inseguridad ciudadana sí tiene solución y dicha solución es viable, no es fácil, no es sencillo pero es posible. Se requieren estrategias integrales que consideren el desarrollo del sistema de justicia, los valores democráticos ciudadanos, la prevención, una legislación adecuada junto con la ayuda, responsabilidad y el compromiso de todos los actores políticos y sociales. Sólo la articulación contra la impunidad y el crimen organizado nos permitirán enfrentar esta amenaza, y debemos hacerlo como hay que hacer las cosas para que sean efectivas: con la participación de las personas y las comunidades. Y por supuesto, con la participación central de las mujeres.
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En la era de la globalización, hoy más que nunca, nada es moral y políticamente más necesario que globalizar la defensa de la vida y la dignidad del ser humano.
El mensaje es de una lucha permanente por impedir las diversas formas de esclavitud de las personas en cualquier lugar del mundo donde ello ocurra. Esta causa merece el apoyo resuelto de todos los hombres y mujeres en el mundo entero.
Hoy nos unimos a la preocupación del COMMCA en el abordaje de la trata de personas, entendiéndolo como un fenómeno delictivo global y una forma de esclavitud moderna.
La trata de personas es, además, una de las actividades ilegales más lucrativas, después del tráfico de drogas y de armas. Naciones Unidas estima que el valor del mercado de la trata de personas asciende a 32,000 millones de dólares. Más de 2.4 millones de personas están siendo explotadas actualmente como víctimas de la trata de personas, ya sea para explotación sexual o laboral. Y sabemos que cerca de un 80% de las víctimas de la trata de personas son mujeres y niñas.
En este marco ONU Mujeres y las Naciones Unidas se unen al SICA en la voluntad de erradicar la Trata de Personas, por ser una problemática que traspasa las fronteras y que afecta a todos los países de la región.
Amigas y amigos, les reitero mi agradecimiento, ayuda y compromiso para lograr que los mecanismos para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en nuestros países cuenten con mayores recursos, capacidad técnica y apoyo político. De esta manera vamos a ampliar las oportunidades, acelerar el ritmo y convertir la igualdad de género ya no en una palabra hermosa, sino en una realidad.
Estoy convencida de que sólo una democracia sólida y en constante perfeccionamiento puede crear las condiciones para que la causa de la igualdad avance de verdad y cambie la vida de millones de mujeres en todos los continentes.
Gracias